Alfonsina Molinari vuelve a ofrecer una de las interpretaciones más poderosas de su carrera
BAYAMÓN, Puerto Rico
Por Sirio Álvarez, Pride Society Magazine
En el marco del cierre del 4to. Festival de Teatro de la Mujer, A Primera Vista se presentó como un grito desgarrador y necesario, que resonó en cada rincón del Teatro Braulio Castillo de Bayamón. Traducida de la obra Prima Facie de Suzie Miller por Johana Rosaly y adaptada por la actriz y la directora, esta versión puertorriqueña es protagonizada por Alfonsina Molinari y dirigida con precisión por Mariana Quiles. Esta producción fue mucho más que una función teatral: fue un acto de resistencia y conciencia. Por segunda ocasión, Pride Society Magazine reseña esta propuesta, la primera vez presentada en una sala teatro arena como la Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes, y ahora en proscenio.
La historia, centrada en una brillante abogada que se ve forzada a cuestionar su fe en el sistema legal tras vivir una experiencia profundamente personal, ofreció al público una mirada íntima y cruda sobre la fragilidad de la justicia cuando se enfrenta al poder estructural y a los prejuicios de género. Alfonsina Molinari sostuvo el monólogo con una energía desbordante, transitando con maestría entre la seguridad arrogante del mundo legal y la vulnerabilidad de una mujer enfrentando su propio trauma.
La actriz ofreció una de las interpretaciones más poderosas de su carrera. Su dominio escénico fue absoluto, sosteniendo la atención del público sin descanso a lo largo de casi 2 horas de monólogo. Con una sensibilidad que nunca cayó en lo melodramático, supo transitar con fluidez entre la seguridad técnica de su personaje como abogada y la crudeza emocional de una mujer vulnerada. Cada gesto, cada inflexión en la voz, fue una invitación a mirar sin evasión.

La puesta en escena fue minimalista, pero cargada de simbolismos. Cada silencio, cada pausa y cada mirada sostenida con el público se convirtió en parte del argumento, obligando a los presentes a confrontar sus propios prejuicios y preguntas incómodas. La dirección de Quiles apostó por la verdad escénica sin ornamentos, dejando que la palabra —afilada, honesta— llevara el peso de la denuncia.
La dirección de Mariana Quiles se distinguió por su sobriedad inteligente y su compromiso con el texto. Sin distracciones ni excesos, permitió que la palabra ocupara el centro, pero sin dejar de construir un lenguaje escénico potente. Su trabajo fue sutil pero certero: desde la iluminación que marcaba los virajes emocionales hasta el ritmo implacable del relato, Quiles guio la obra con una precisión que nunca ahogó la espontaneidad de la actriz. Su mirada feminista y teatral convirtió la puesta en un espacio de escucha radical. Muy acertada la selección de Quiles para ser la directora de esta pieza.
La iluminación diseñada por Pamela López fue uno de los grandes aciertos de la puesta. Con una precisión casi quirúrgica, las luces no solo marcaron el paso del tiempo o los cambios de espacio, sino que acompañaron el viaje emocional de la protagonista. En ciertos momentos, una simple transición lumínica bastó para desvelar un quiebre interno o acentuar una contradicción. Lejos de ser un elemento decorativo, la luz funcionó subrayando silencios, aislando vulnerabilidades o envolviendo la escena en tensión. Fue una coreografía de sombras y focos que amplificó la intensidad del texto sin decir una palabra.
La producción de Producciones Girasoles se complementa con Cristina Robles como asistente de dirección y regiduría y musicalización, Gregorio Barreto como diseño de ambientación, Wanda San Miguel como coordinadora de vestuario y producción junto a Sylvia Syvel y Alfonsina Molinari como productora general. La producción muy acertadamente invito a 3 organizaciones dedicadas a dar servicio a la población que sufre de maltrato, principalmente a mujeres: Coordinadora Paz para las Mujeres, Centro Salud Justicia de PR y Fundación Stefano. Las 3 organizaciones pusieron sus mesas de información y orientaron a los presentes.
A Primera Vista no sólo cerró el 4to. Festival de Teatro de la Mujer con una ovación de pie, sino que también dejó una profunda huella en quienes asistieron. En tiempos cuando el arte se vuelve un vehículo para la reflexión, esta obra es un testimonio sobre la experiencia femenina, la búsqueda de justicia y la necesidad de transformar lo estructural desde lo íntimo. Una función que no se olvida. Un cierre con alma, fuerza y memoria.