Muchas veces, sin ni siquiera darnos cuenta, asumimos la heteronormatividad y olvidamos que las personas que acuden a la consulta de ginecología pueden no responder a un modelo socialmente aceptado.
Cuando Sofía, una mujer de 28 años, llegó a la consulta, su ginecóloga le hizo varias preguntas. “¿Mantiene relaciones sexuales?” Respondió que sí. “¿Qué hace para no quedarse embarazada?” Esta última le resultó más difícil. “Nada”, confirmó a pesar de la confusión que le había generado esta cuestión. “¿Está buscando un embarazo?”, continuó la profesional sanitaria. “No”, concluyó Sofía.
Probablemente no sea la única paciente que haya sentido que no se estaban atendiendo adecuadamente sus necesidades en la consulta, pues en algunas ocasiones también los profesionales de la ginecología caemos en la “presunción de heteronormatividad”, incluso formando parte del colectivo LGTBIQ+.
La heteronormatividad, un obstáculo para la sexualidad inclusiva
Muchas veces, sin ni siquiera darnos cuenta, asumimos la heteronormatividad y olvidamos que las personas que acuden a la consulta de ginecología pueden no responder a un modelo socialmente aceptado. Por ejemplo, una mujer con genitales femeninos, cuya orientación sexual se dirige hacia los hombres y cuya identidad de género se corresponde con el sexo asignado al nacer.
Afortunadamente, cada vez existe más sensibilización e interés por parte de los profesionales de la salud, lo que ha permitido que empecemos a formarnos en sexualidad.
En ella se engloba la orientación sexual, identidad de género, expresión de género, distintos modelos de familia y, en general, la gran diversidad sexual que nos encontramos en la consulta de ginecología y que algunas veces nos cuesta reconocer.
Cómo hablar de anticoncepción de manera inclusiva
Está demostrado que existen muchos tipos de relaciones sexuales. Por eso, a la hora de asesorar, por ejemplo, sobre anticoncepción o sobre el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS) es importante que aprendamos a ser lo más inclusivos posible. Es fundamental evitar juicios de valor e ir más allá de las etiquetas, de la esperada normatividad y que se personalice la entrevista entre médico y paciente.
Es necesario porque todavía existen muchos tabúes sobre la diversidad sexual. En este contexto, los profesionales de la salud tenemos una gran responsabilidad, tanto individual como social, para trabajar sobre los mitos y las falsas creencias, la mayoría de las veces generadas por desconocimiento y miedo.
Por ejemplo, no es habitual informar a las mujeres que tienen relaciones eróticas con otras mujeres sobre los métodos de protección que se pueden usar para las relaciones sexuales con o sin penetración, ni dónde o cómo se pueden adquirir. Incluso olvidamos asesorar sobre el uso seguro, el cuidado y la higiene de los juguetes eróticos tanto en solitario como en pareja.
La información sobre ITS debe ser accesible a cualquier persona
Otro de los mitos más frecuentes es pensar que las mujeres que mantienen relaciones sexuales con otras mujeres no tienen riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS). Tampoco se conoce que estas deben someterse de la misma forma al cribado del cáncer del cuello de útero.
Una forma de iniciar este proceso de integración y de afianzar la relación médico-paciente es preguntando claramente y sin miedo con quién tiene relaciones eróticas y qué tipo de prácticas sexuales mantiene o ha mantenido.
Esto nos permitiría individualizar las recomendaciones y facilitar que la persona que acude a consulta se pueda expresar y preguntar sus dudas abiertamente.
La transexualidad en la consulta de ginecología
Obviamente, también debemos tener en cuenta la inclusión de las personas trans en nuestra entrevista, independientemente de que hayan realizado o no cirugía de reasignación de sexo. De esta forma, podremos estar atentos a sus revisiones genitales o cribados poblacionales como el de cáncer de mama o de cérvix.
Con respecto a la transexualidad, hay que admitir que, aunque en los últimos años haya empezado un proceso de despatologización de la misma (tal y como ocurrió anteriormente con la homosexualidad), todavía quedan muchos objetivos que alcanzar.
La comprensión y el estudio de la transexualidad nos llevan a cuestionarnos muchos modelos sociales que en ocasiones demuestran ser claramente obsoletos y que limitan el desarrollo pleno y la salud de todas las personas.
Independientemente del debate político actual, está claro que las personas trans se encuentran en muchos casos en situaciones de desigualdad y exclusión.
En este sentido, dentro del Servicio Sanitario Público nuestro deber es facilitar y acompañar en un proceso asistencial integrado y multidisciplinar. Tanto para quien desee modificar su imagen corporal como para obtener apoyo emocional o simplemente cambiar sus datos de identificación de paciente.
Igualdad de derechos real para la comunidad LGTBIQ+
Todavía vivimos en un sistema fundamentalmente binario, en el cual los matices muchas veces no son bien recibidos e incluso generan prejuicios. Por eso, trabajar desde la empatía con las personas que acuden a nuestras consultas es fundamental.
La orientación sexual es un claro ejemplo de ello, pues puede ser fluida y cambiante. Esto hace que en muchas ocasiones las personas no se sientan identificadas con ninguna de las etiquetas socialmente asignadas.
Nos encontramos todavía al principio de un largo proceso y queda mucho por luchar, pero afortunadamente se está desarrollando un marco nacional e internacional que vela por los derechos de la comunidad LGTBIQ+ y que rechaza cualquier forma de prejuicio y discriminación.
No se trata de ideología, ni de creencias o de filosofía, se trata de tener una adecuada formación en una disciplina muy amplia como es la Sexología. Nuestro objetivo es cuidar de la salud de las personas desde una perspectiva integral e inclusiva. La finalidad es ser parte de un sistema sanitario público y universal, que respete la diversidad sexual, que luche abiertamente en contra de la homofobia y la transfobia y reivindique igualdad real para todos sus pacientes.