Por lo general, las cartas o menús de vinos y licores de los restaurantes se dividen en secciones, por estilos de vino o por países
SAN JUAN, Puerto Rico
Por Amanda Díaz de Hoyo | Periodista de Vinos y Gastronomía
Hace unos días mi familia me invitó a un restaurante. Allí me puse a estudiar la carta de vinos. Era impresionante la variedad. Considerando que éramos 5 adultos, y aunque había un menú de coctelería tentador, el vino resultaba la mejor opción de conformidad con el presupuesto.
Las cartas de vino y otros asuntos
Por lo general, las cartas o menús de vinos y licores de los restaurantes se dividen en secciones, por estilos de vino o por países. Las más sencillas los presentan en la clasificación: espumosos, blancos, rosados y tintos. Hay cartas extensas, que van por países o regiones productoras. Todo dependerá del restaurante y factores como el espacio para mantenerlos adecuadamente, y el tipo de comida que se ofrece a los comensales. A muchos consumidores les resulta frustrante una lista larga y compleja. Esto debe considerarse al momento de diseñarla. Otro punto importante es la combinación de colores y la tipografía. No todas son fáciles de leer, en particular cuando disminuye la intensidad de la luz.
En mi reciente experiencia, y como me suele pasar, antes de escoger el vino, presté atención a lo que pedirían los demás comensales.
Si todos van a pedir platos similares, salsas oscuras, con presencia de proteínas fuertes, intento repasar la lista y amoldar el vino a los platos solicitados. Por las peticiones de comida, se perfilaba un vino tinto, no muy agresivo, y de conformidad al presupuesto trazado para la ocasión. Entre los vinos considerados amigables para el paladar y los platos de la noche estaba el Garnacha, el Malbec y el Tempranillo. Opté por el último, un Arzuaga Crianza 2021, que se comportó muy bien, con armonía de sabor y buena evolución en copa.
Si el caso hubiera sido que los comensales escogieran pescados, mariscos o carnes blancas, o platos vegetarianos o veganos, las opciones hubieran sido vinos veganos preferiblemente blancos como Albariños, Godellos, Verdejos.

Con frecuencia hay comensales que prefieren llevar un vino al restaurante. Antes de hacerlo, certifique que se acepta esta práctica pues hay lugares en que no se puede. Recuerde que de aceptarlo, habrá un cargo por servicio.
El ritual del vino en la mesa de un restaurante
Hay lugares y hay lugares. Aunque muchos restaurantes tienen bien adiestrados a sus meseros y otros cuentan son sumilleres, debemos prestar atención al servicio del vino.
Primero, como consumidores nos tenemos que fijar que sea el vino correcto, con la añada seleccionada. Luego el mesero lo abrirá y le dará a probar un poco a quien lo escogió para que lo acepte o no. No se acepta cuando está dañado, con aromas de corcho “corky” que se asemejan a los de cartón mojado. Seguimos…
Una vez aceptado, se sirve primero a las damas y luego a los caballeros, dejando a lo último a quien lo escogió. El mesero nunca pega la botella a la copa, y sirve una cantidad muy prudente. En caso de que sean varios vinos, se sirven los blancos primero, los rosados después y los tintos a lo último. Los vinos más jóvenes se sirven primero que los añejos, que con frecuencia necesitan decantarse para que los compuestos volátiles en dormancia se abran en el decantador. Estos detalles permiten una experiencia mucho más placentera a la hora de disfrutar en restaurante.