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Por qué sus palabras no caen en el vacío
NUEVA YORK, NY
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Nicki Minaj construyó una parte importante de su imperio pop-rap sobre una base de fandom intensamente queer —clubes, ballroom, drag, redes y una cultura de culto que siempre la celebró como ícono. Pero esa relación, que por años pareció simbiótica, lleva más de una década afectada por controversias que muchas personas LGBTQ+ leen como un patrón: lenguaje que hiere, chistes que refuerzan estigmas y, más recientemente, acercamientos a discursos políticos que apuntan directamente a la población trans.
El origen: cuando el “wordplay” se vuelve herida
El primer gran foco de tensión se remonta a sus letras tempranas. En 2018, el medio digital Them volvió sobre una línea de su mixtape de 2008 (“Dead Wrong”) que incluía un insulto homofóbico, destacando cómo ese tipo de fraseo no se queda en lo “provocador”: se inserta en una tradición del hip-hop en donde lo “gay” se usa como punchline o degradación.
Ese pasado reapareció con fuerza cuando Minaj lanzó Queen (2018). En “Majesty”, rapea una línea con “sissies”, una palabra cargada históricamente contra hombres afeminados, y el debate explotó. Para mucha gente queer, no fue un “accidente”: fue un recordatorio de que el artista sabe exactamente qué tecla está tocando.
La “femmefobia” como subtexto: el caso Young Thug
En el mismo álbum, otra discusión surgió por el modo en que Minaj se burla de Young Thug vinculando su masculinidad con su ropa y gestos (incluyendo referencias a “vestidos” y una mofa sobre el habla). En el análisis de Them, el problema no era solo “tirarle” a un colega: era reforzar la idea de que lo femenino en cuerpos leídos como masculinos merece ridículo —un terreno en donde convergen homofobia, transfobia y misoginia.
Lo importante aquí es el matiz: no todo el mundo concluye que Minaj sea “anti-gay” en lo personal; pero sí hay un consenso amplio en que ese tipo de líneas, en boca de una superestrella con alcance global, normaliza el desprecio hacia expresiones de género no normativas.
El giro 2025: de la cultura pop a la agenda anti-trans
Si lo anterior ocurría en el terreno simbólico (letras, estética, chistes), 2025 movió la controversia hacia lo político. En noviembre, Them documentó que Minaj reposteó un vídeo oficial de la Casa Blanca celebrando supuestos “logros” del gobierno, incluyendo la frase “No men in women’s sports”, un eslogan que organizaciones y activistas han denunciado como un marco anti-trans usado para excluir a mujeres trans del deporte.
En esa misma ola, Minaj contestó a críticas de fans LGBTQ+ con una frase explosiva: “Imagine hearing that Christians are being MURDERED & making it about you being gay… you being gay couldn’t save me”. (Cita recogida por Them y también destacada en Glamour UK). Para mucha gente queer, el golpe no fue solo el contenido: fue el tono. La respuesta colocó la queja LGBTQ+ como capricho, y —en el subtexto— convirtió “ser gay” en algo inútil, descartable, frente a su dolor personal.
La pelea con Gavin Newsom y la frase “trans kids”
Luego vino el episodio con el gobernador de California, Gavin Newsom. Them reseñó cómo Minaj se burló de una declaración sobre “trans kids” y lo usó para atacarlo en X con mensajes que plantean que apoyar a menores trans es, por definición, algo sospechoso o “anormal”. Este punto es clave porque conecta directamente con una narrativa central del conservadurismo cultural: presentar la afirmación de identidad trans en menores como amenaza, no como realidad humana que requiere protección y salud.
AmericaFest y el salto a escena: “If you are born a boy, be a boy”
La controversia acrecentó cuando Minaj apareció en el evento AmericaFest de Turning Point USA. People confirmó su participación y el contexto: conversación en tarima, elogios al presidente Donald Trump, críticas a Newsom y, tras el evento, la desactivación de su Instagram.
En cuanto al contenido, Newsweek publicó un extracto/transcripción ampliamente citada donde Minaj dice: “Be boys… there’s nothing wrong with being a boy”. Y Fast Company describió el momento como un punto de ruptura con parte de su base queer, destacando la frase “If you are born a boy, be a boy” y cómo muchos fans la interpretaron como un mensaje anti-trans que desalienta cualquier transición o disidencia de género.
¿Por qué duele más en su caso?
Porque no se trata de una cantante ajena a lo queer. Precisamente por su peso cultural, cada paso se lee como “traición” o, mínimo, como abandono. Fast Company subraya que muchos fans recordaron incluso su cercanía con el universo drag (mencionando su presencia en RuPaul’s Drag Race) como contraste brutal frente a este giro.
Para una parte del público, Minaj lleva años oscilando entre gestos de cercanía y golpes discursivos. Sus defensores insisten en que se trata de “malas palabras” o provocación propia del rap; sus críticos argumentan que el resultado —una y otra vez— cae sobre los mismos cuerpos: personas queer afeminadas, gender-nonconforming y, ahora, especialmente, la comunidad trans.
El saldo: una figura pop en guerra con su propio espejo
La historia de Nicki Minaj con lo LGBTQ+ no se puede reducir a un titular simplón. Pero sí se puede describir como una acumulación: letras que reciclan estigmas, chistes con olor a patriarcado, y un discurso público que, en 2025, se alinea con marcos políticos explícitamente anti-trans.
Para el fandom queer, el dilema queda servido: ¿se separa la obra del discurso cuando el discurso afecta tu derecho a existir? Para Minaj, el costo ya es visible: backlash sostenido, titulares globales y una relación con su base LGBTQ+ que hoy parece menos una alianza y más un campo minado.
🎤 Nicki Minaj y la tensión con su fandom queer
• Letras y recursos líricos señalados como homofóbicos o femmefóbicos
• Uso recurrente de estereotipos de género como burla o deslegitimación
• Respuestas defensivas ante cuestionamientos de fans LGBTQ+
• Reposts y declaraciones asociadas a marcos políticos anti-trans
• Apariciones públicas en espacios y con figuras conservadoras
• Distanciamiento evidente de una parte de su base queer histórica
🌈 ¿Qué es el fandom queer?
Es el sector del público —mayoritariamente LGBTQ+— que no solo consume la obra, sino que se identifica emocional y simbólicamente con ella, esperando coherencia básica y no hostilidad hacia su propia existencia.
🔍 Clave del debate:
La controversia no responde a un hecho aislado, sino a una acumulación de gestos culturales y políticos que han reconfigurado la relación entre la artista y su fandom queer, particularmente con la comunidad trans.

