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De Luis Felipe a Lizza Fernanda

“Yo soy una trans que está ahí, en una frontera que todavía no está muy definida y la tengo que definir”…

SAN JUAN, Puerto Rico

Por Luis Daniel Estrada Santiago, para Pride Society Magazine

Le conocí en el 1990 como Luis Felipe Díaz y fue mi profesor de Literatura Española.  Siempre he dicho que fue él quien me enseñó a leer, y es porque fue la primera persona que me hizo confrontar lo que leía. Además de la lectura, nos enseñaba el contexto social de la historia. Nunca olvidaré cuando discutimos en su curso El Cid Campeador y nos decía “matar en cualquier momento de la historia, es matar”, pero había que tener en cuenta el momento histórico en que había sido escrita la novela. Años después, fui con unos amigos a una barra donde una transformista llamada Lizza Fernanda doblaba unas canciones de Isabel Pantoja.  Cuando terminó su presentación, se dirigió al público y cuando escuché su voz, le dije a mis amigos: “Esa voz yo la conozco”. Seguí buscando reconocer de quién era la voz hasta que llegué a saber quién era y les dije: “Era mi profesor de Literatura Española en la UPR Recinto de Río Piedras”. Ellos comenzaron a burlarse de mí y me decían: “Claro. A mí me dio Kindergarten”. Cuando se acercó a nuestra mesa, le pregunté: “¿Es usted el profesor Luis Felipe Díaz?” y me respondió: “¿En qué años te di clases?”. Desde entonces, nació mi admiración y amistad con Lizza Fernanda.

LUIS DANIEL: ¿Dónde nace y se cría?

LIZZA FERNANDA: Me crie en Aguas Buenas. Mi mamá biológica me llevó a casa de mi abuela y allí me dejó. Yo no sé de dónde vengo. No sé dónde mi papá me procreó. La cuestión es que a mis dos meses estaba abandonado, desnutrido, enfermo, en casa de mi abuela. Mi padre enferma y hospitalizado en el área metropolitana conoce a mi madre biológica que no sé si era doctora, internista, enfermera, y tuvo una noche apasionada, de la que nazco yo. Él salió de la clínica y se regresa a vivir con su esposa, porque era casado, al parecer la abandona y ella tiene problemas como madre soltera y decide llevarme a casa de mi abuela y abuelo en Aguas Buenas, que tenían catorce hijos. Me crie desde entonces en el barrio de Aguas Buenas.  En primer grado me mudo a Cataño y a los quince años me fui a Chicago. Desde entonces he perdido mis vínculos con la familia de Aguas Buenas, pero mantengo con los de Cataño. 

Junto a Luis Daniel Estrada tras la entrevista para Pride Society Magazine.

LUIS DANIEL: ¿Cómo se veía de niño?

LIZZA FERNANDA: Yo me veo como el niño de La víspera del hombre de René Marqués, Pirulo.  Un niño en Aguas Buenas en vez de estar en Lares o San Sebastián, y yo me perdía en las montañas, en las cuevas y allí viajaba, hacia el imaginario que había brujas, alas. Yo estaba en contacto con las flores, con la naturaleza de una manera femenina. Porque ahora me doy cuenta de que ese niño tenía ya una construcción psíquica femenina de reconocimiento de olores, colores y flores que están muy claros ahora, que ya los puedes ver y apreciar. Ya desde ese momento yo sabía olfatear como niña, escuchar como niña, tener el gusto de niña. Sentirme niña, pero no lo sabía. El sentir, la sensibilidad. Había mucho de niña, pero claro, lo de varón estaba allí, era muy fuerte porque también me criaron mis tíos que eran muy correctos, muy trabajadores y yo no tuve problemas respondiendo a la masculinidad que existía en ese tiempo y se impuso el lado masculino de Luis Felipe. 

LUIS DANIEL:   ¿Cómo se ve Lizza Fernanda en la actualidad?

LIZZA FERNANDA: Pues yo de Lizza Fernanda no sé cómo me veo, pero sé que tengo que acudir al espacio biológico, físico de Luis Felipe en Lizza que es una mujer.  Tengo que limpiar mi cuerpo constantemente como una mujer. Asearme, perfumarlo, maquillarlo, prepararlo para mi “personatividad” diaria aquí, ahora mismo. Para eso se requiere buena disciplina porque yo vivo como una artista que cuida mucho su cuerpo, que cuida mucho su cara.

LUIS DANIEL:   ¿Vive como una mujer?  ¿Su diario vivir es el de una mujer?

LIZZA FERNANDA: Yo duermo como una mujer. Hago todo como mujer y me identifico como mujer. La gente que ve mi lado de hombre es porque me conocía antes de mi transformación.  Toda la gente que ha llegado a mi vida en los últimos diez años de mi vida me llama Lizza, no Luis Felipe.  Ya vivo en una vida Luis Felipe-Lizza, ese compuesto que tienes frente a ti te diría que he vivido una turbulencia de una persona que tiene setenta y cinco años, una persona que como gay comienza a sentirse sola. Muchos que me preceden y proceden han muerto.  Muchos golpes con la muerte. Y estoy buscando un proyecto de vida, que no lo tengo. Lizza-Luis Felipe necesitamos anclarnos en un nuevo proyecto de vida. 

LUIS DANIEL: Ahora que dijo Lizza-Luis Felipe, si hay personas que le llaman Luis Felipe ¿le molesta que le traten en masculino cuando usted se presenta y se ve como toda una mujer?

LIZZA FERNANDA: Ahora sí.  Hace digamos cinco, siete años no me importaba porque no me había desprendido tanto de Luis Felipe. Lizza estaba tras bastidores y no se había formado. No es que tenga una mujer dentro, es que necesitaba darle espacio a esa sensibilidad, que estaba dentro de mí, que no confligía, sino que convivía con Luis Felipe. Era darle paso y procedencia a mi lado femenino. Por eso, prefiero que me llamen Lizza. Ya no me siento Luis Felipe. No me siento ser un varón. Yo no soy un hombre. Aunque no me he operado, yo me siento una mujer. 

LUIS DANIEL:   ¿Estaba preparada en el momento que nace Lizza Fernanda o cuando se deja ver en una sociedad tan conservadora como la nuestra?

LIZZA FERNANDA: Fíjate, yo desde niño me ponía cortinas, manteles. En la escuela hacía el papel de la Virgen María y María Magdalena mejor que las muchachas. Yo desde niño era travesti.  Cantaba como Olga Guillot, imitaba a Lola Flores. Empecé a dar espectáculos a la misma vez que era profesor y esos dos mundos en ese momento no se cruzaban. Entonces, en esa época de transición, la gente que me rodeaba a mis veinticuatro años, me defino como una persona gay porque me enamoro de un hombre y estuve casi catorce años con él.  Luis Felipe daba clases y hasta tenía bigote y los fines de semana me iba a Chicago a dar espectáculos allá… yo soy una de las chicas de Miss Kitty. Ella era una cotorrita en Puerto Rico en la época de los sesenta. Y se apoderó de los clubes latinos en Chicago. Yo no sé cómo ella me incorporó a sus espectáculos cuando tenía grandes transexuales, grandes artistas, mujeres con senos que podían salir en burlescos. Yo lo único que tenía es que bailaba bien, me veía más o menos bien, pero era más bien un “cross dresser” que es un hombre que se viste de mujer. Lo único es que los “cross dresser” tienden a ser muy cómicos en el escenario. Yo no era cómico. Yo hacía un buen merengue, un gran doblaje y entonces empecé a crecer ahí como Lizza y llegué a ser un gran transformista de reconocimiento hasta que fue inevitable que en Puerto Rico se enteraran que ese profesor, que cada vez se cortaba más el bigote y se pintaba el pelo de rubio, era un travesti.  Entonces, empecé aquí a trabajar en obras con Anamín Santiago en Coribantes, en Bellas Artes, yo que no soy una persona de teatro, soy una persona de shows, de cabaret, de transformistas.  Entonces, esos dos mundos se tuvieron que encontrar yo ya terminando mi vida en la Universidad de Puerto Rico y siendo director de la Escuela Graduada.  No sé si mis colegas se confundieron, pero guardaron silencio. No supieron qué hacer. Era la primera vez en su vida que ellos vieron un travesti. 

LUIS DANIEL:   O sea, que usted rompió con un esquema dentro de la Universidad de Puerto Rico.

LIZZA FERNANDA: Violento. Todos esos macharranes, socialistas, independentistas, de izquierda, feministas, ahora se enteran de que tienen que hacer algo frente a un profesor no tan solo gay, sino trans. Yo continué mi labor hasta que hace doce años me presenté de mujer, con las pantallas grandes y con maquillaje de espectáculo y el Decano me pregunta: ¿Estás trabajando con Dean Zayas? Y le respondo: “No.  Es que ya yo no visto de hombre”.  Me pidió que lo llamara a la noche y cuando lo hice entendió y me dijo: “Si tienes problemas, me llamas. Todo lo que estás haciendo me parece muy correcto y tu fama de profesor y de intelectual te preceden”. 

LUIS DANIEL: ¿Quién es Lizza Fernanda y cómo se integró a Luis Felipe Díaz?

LIZZA FERNANDA: Mi lado de Luis Felipe Díaz fue quien hizo casi todo el trabajo porque Lizza no había nacido. Quien había nacido era Luis Felipe que hacía de travesti en el escenario y ser transgénero es otra cosa. Empezar a cambiar tu rostro con inyectables, a ponerte senos, hacerte liposucción, a cambiar tu anatomía y a decidir que no me voy a operar porque yo no soy en realidad un transexual…  Yo soy una trans que está ahí, en una frontera que todavía no está muy definida y la tengo que definir. Hablé con doctores, con psicólogos e incluso con transformistas quienes me dijeron “Lizza, tú no eres transexual. Así que cuidado con las hormonas porque hay un hombre en ti que no se puede borrar” y ese hombre aún está aquí y entonces la transición fue jubilosa, graciosa, festiva, de gran crecimiento espiritual para mí. De un reconocimiento no místico de Luis Felipe, sino uno psíquico que muy pocas personas alcanzan.

LUIS DANIEL:   ¿Dónde y cuándo se inicia esta transformación?

LIZZA FERNANDA: Esa transformación comienza en Nueva York. Cuando muere mi amante en Chicago, llega el momento que yo tenía cuarenta y dos cruces en mi libreta de teléfono de personas muertas. Entonces, comencé a viajar más a Nueva York y a ponerme en contacto con Mirkala Crystal, que estaba comenzando a los dieciocho, y se percató que tenía experiencia y ella competía para reinados y yo la ayudé muchísimo. Sabía más que ella de eso y me invitó a esos grandes espectáculos suyos en los que trabajaba, ya cotizados y también me invitó a trabajar con otros grandes transformistas en Nueva York. Adquirí mucha experiencia y ahí comienzo a definir quién es Lizza como artista, que es una mujer de “night club”, de cabaret.  No es una mujer de hacer presentaciones como RuPaul, sino de vestirse como una señora artista de cabaret. Eso lo fui definiendo más o menos a los treinta y cinco o cuarenta años.

LUIS DANIEL:   Las definiciones de la comunidad LGBTTQ+ se han ampliado desde sus inicios, ¿se define el transformismo solamente como un “performance” o lo es también el individuo que se caracteriza como una persona del sexo opuesto?

LIZZA FERNANDA: Pertenecemos a transiciones y viajamos en pequeñas o muchas transiciones y en medio de ellas puede haber traumas y también felicidad y continuidad. Es decir, tienes que trabajar como “performatero” en el escenario, pero en la vida común también tienes que hacer una performatividad.  Y te percatas, al menos yo que estudiaba psicoanálisis, que aprendí desde niño a “performar” como Luis Felipe y me dije lo que tengo que hacer es seguir la performatividad no de Lizza en el escenario, sino de la Lizza que existe, habita en mí, en mi mundo cotidiano como mujer. Y eso es una conducta, es una performatividad. La manera de maquillarme, de vestirme, de mover mis manos, la gravedad de mi cuerpo. Tuve que cederle permiso a toda esa voluntad y capacidad que tenía para ser mujer para que se expresase y manifestase y me dejase ser lo que soy hoy. Entonces, la performatividad de Luis Felipe noto que cada vez desaparece más. En mi casa durmiendo, bañándome, cocinando se impone ya Lizza.  Vivo sola, pero cuando estoy con un compañero, pues tengo un cuerpo de un hombre gay y actúo como un hombre gay, no como una mujer. Pero una vez salgo de esa limitación de lo que es el cuerpo, la performatividad es nueva, es aprendida, tal y como aprendí a ser niño en el campo de Aguas Buenas, aprendí ahora a ser mujer.

LUIS DANIEL:   La definición del término transgénero según la Real Academia Española se refiere a las personas que tienen una identidad o expresión de género que no se ajusta o asocia con el sexo que se le asignó al nacer.  Por otra parte, el transexualismo es la identidad de género de las personas que se consideran a sí mismas individuos del sexo opuesto al que naturalmente presentan sus cuerpos. ¿Cómo se define Lizza Fernanda dentro de estos conceptos o definiciones?

LIZZA FERNANDA: Yo no soy una mujer en el sentido biológico, ni soy una mujer en el sentido social. Sin embargo, si ahora mismo me dicen los hombres de este lado y las mujeres de este otro, me voy hacia el lado de los hombres. Porque reconozco que, aunque soy mujer y me identifico con las mujeres, ser mujer es una performatividad de la naturaleza, de la biología, de la identidad, es mucho más compleja y diferente de lo que somos los trans. Los trans hemos viajado de la inconformidad de nuestro género y de nuestra corporeidad, de nuestra sexualidad porque incluso yo tengo el pecho distinto y quiero verme con senos. Mi cintura la he apretado tanto a través de los años, que se asimila a la de una mujer, pero eso no significa que lo sea en el sentido estricto de la palabra.  Yo tengo que entender que estoy en un espacio distinto, pero no es transitorio. No es que yo tenga que transitar ahí. No tengo que ser mujer en el sentido biológico, ni castrarme.  Yo he conquistado mi espacio de un trans. Yo soy una transgénero, que está todo el tiempo vestida y actuando como si fuese del género contrario al que la naturaleza le dio. 

LUIS DANIEL:   O sea, su diario vivir es el de una mujer, vive como mujer.

LIZZA FERNANDA: Y miro como mujer. Hubo muchas cosas que las detuve. La mayoría de los transexuales no son gays. Son muchachos con cuerpos de hombres que quieren ser mujer. O son mujeres que quieren ser hombres y tienen que acudir casi frenéticamente a la cirugía para conseguir esa identidad sexual que quisieran. Muchos varones que ahora son transexuales siempre han querido tener un esposo, hijos, siempre han deseado ser como mujeres. Nosotros los transgéneros no. Yo, algunas veces hablando con ellos me cuestiono si detuve el proceso a lo que soy ahora y entendí que no era conveniente continuar con esa capacidad de querer tener a mi lado un hombre como si fuera mujer. Si yo estoy con otro hombre, tiene que entender que yo soy un hombre que se traviste, tiene que entender que soy un transgénero, que no le asuste ver mi cuerpo tan intervenido, e incompleto entre comillas. Se parte de la premisa que estamos incompletos porque no se termina de definir un cuerpo entre una cosa y la otra. Pero no tienes que definirte porque si estás contenta entre lo que has logrado y lo que quieres ser. 

LUIS DANIEL:   ¿Considera que es económicamente sustentable dedicarse al transformismo?

LIZZA FERNANDA: Llegó un momento que sí. Al principio es muy difícil porque no pagan bien y gastas mucho dinero en toda esta ropa que es cara, en maquillajes, en prendas. Hay todo un vocabulario femenino que tienes que utilizar en un escenario.  En mi caso, siempre tuve un buen trabajo que me ha permitido comprar ropa de mujer y vestir bien.  Cuando me fui de Puerto Rico en 2017 después que me jubilé comencé a sacar todos los billetes escondidos que me daban en Tía María, en Circo, en VIP era bastante dinero y trabajé en Nueva York y en Fort Lauderdale y con la propina pude comprar cosas que Luis Felipe no podía. 

LUIS DANIEL: ¿Cómo Lizza Fernanda logra entrar en el mercado gay de los Estados Unidos?

LIZZA FERNANDA: Tuve un amante que era suizo, y él se mudó a Chicago en 1974 en busca de ser modelo, era muy guapo y también muy afeminado y eso le afectó. Él hizo una vez una fiesta donde todos los invitados iban vestidos de mujer y se hacía una presentación.  La mía fue la última e hice Copacabana de Lissette y me dieron dinero y una de las personas que estaban allí me dijo: “Yo te quiero invitar a un espectáculo”. Y de ahí fui presentándome y puliéndome cada vez más.

LUIS DANIEL:   En el ámbito sentimental, ¿ha experimentado algún tipo de prejuicio dentro de la misma comunidad?

LIZZA FERNANDA: Claro.  Mi mejor amigo de Puerto Rico dejó de hablarme, no entendía nada.  En Tía María, a donde mucho en ese entonces, Pedro Peters líder de la comunidad me asistía en esas conversaciones porque muchos de los que compartían el espacio conmigo como Luis Felipe me decían “pero es que tú te ves muy bien como hombre, eres un catedrático, tú eres un travesti, no eres una loca. O sea, dentro de la misma comunidad existe este prejuicio contra la “loca”.  Algunos dejaron de hablarme, algunos muchachos salieron conmigo exclusivamente interesados en saber si yo tenía cuerpo de mujer y fueron motivados solo por esa curiosidad y tuvieron problemas. No podían actuar dentro de la sexualidad con una persona como yo. Y empecé a darme cuenta de que yo les atraía más a los hombres bisexuales, que querían estar con un hombre que se comportara como una mujer. 

LUIS DANIEL:   Y en ese momento de curiosidad de esos muchachos, ¿lograba salir lastimada al ellos no poder encontrar lo que esperaban o deseaban de Lizza?

LIZZA FERNANDA: Eso pasa mucho, pero yo nunca. Tengo un carácter muy fuerte. Yo meto miedo.  De Lizza, de Luis Felipe, de lo que sea. No tuve experiencias negativas en ese sentido, pero las historias hay que leerlas.

LUIS DANIEL:   Los espectáculos de transformismo tienen una calidad impresionante, sin embargo, hay quienes pudieran pensar que también es cierto que están decorados de un lenguaje verbal muy vulgar.  ¿Hay una norma de que esto sea así?

LIZZA FERNANDA: Tengo fama de ofrecer un espectáculo no vulgar. Mi “performance” es igual al que hace Lucecita, Yolandita que no hablan malo en el escenario y no usan el escarnio ni la burla, ni la parodia en el escenario. Hay una tendencia en el escenario cuando eres travesti o transformista o transgénero a recurrir al lenguaje obsceno porque es parte de la transgresión que estás llevando a cabo. Esa transgresión del espacio del hombre que invade el espacio de la mujer, entonces la palabra vulgar es parte de ese proceso. Yo le digo ahora a mis “hijas” que son transformistas más jóvenes que detengan ese impulso, que traten de hablar lo más respetuosamente posible, que no recurran a la vulgaridad, que paga a la larga y me han dado las gracias. Sin embargo, es algo que parte de la identidad, es un impulso que tú tienes que aprender a controlar porque luego la obscenidad se tiene que convertir en arte también. Muchos de estos transformistas, por ejemplo, en México, logran convertir toda esta narrativa obscena en arte.  Aquí lo lograba Pantojas. Él podía utilizar un lenguaje muy obsceno y vulgar, pero algo había en él, que tenía licencia para hacerlo, porque era un verdadero artista del discurso, de la parodia en el escenario. Yo no tengo ese talento.

LUIS DANIEL:   También Antonio Pantojas tenía un trasfondo teatral, un hombre culto y lograba transmitir y transgredir magistralmente ese espacio el cuál mencionó. ¿Cómo considera Lizza Fernanda a su público, sus seguidores dentro del transformismo?

LIZZA FERNANDA: Es un público no general. Cuando me presento en un espectáculo que casi siempre quien me invita que tiene fama y prestigio, quizás hay un mínimo de público a quién yo le pueda atraer como artista. La mayor parte del público va a beber, consumir sustancias, pasar un rato de lujuria, y entonces yo reclamo mucha seriedad y muchos no me la dan, pero sí hay gente que me prestan atención.  Me presentaba en lugares más pequeños en donde las personas iban a verme, porque me presentaba regularmente.

LUIS DANIEL:   ¿Cómo es su proceso de preparación para su espectáculo?  ¿Prepara un libreto o lo deja a la improvisación?

LIZZA FERNANDA: Soy muy espontánea. Voy a doblar a una cantante, a entretener un público y después tiene que haber una parte cuando hablo con el público y ahí tiene que haber un libreto, porque hay que saber dirigirse, hacer un chiste y por lo general no soy así. Soy seca, sobria. Mi humor es negro, muy oscuro y ese humor no se puede usar en ese escenario.

LUIS DANIEL:   Se acerca el mes de junio que en Puerto Rico se celebra como mes del orgullo gay.  Dentro de la comunidad LGBTTQ+ hay un choque de discusión sobre pensamientos opuestos entre la celebración o la negación del orgullo.  Los que señalan adversamente la conmemoración indican que la misma se ha desvirtuado, que se ha convertido en una carnavalesca, en un desfile de enseñar el trasero, de exhibir los cuerpos, entre otras frivolidades.  ¿Qué significa o representa para Lizza Fernanda la celebración del orgullo gay?  ¿Está de acuerdo o en desacuerdo con la celebración del mes del orgullo?

LIZZA FERNANDA:Estoy muy de acuerdo con la celebración del mes del orgullo porque empecé en Chicago en el 1974 a asistir a las paradas gays y a estar en espectáculos donde los dueños utilizaban las marcas para que donaran dinero para mantener espacios gays. Claro que hubo también travestis, transformistas que estaban más interesados en la payasearía, en el escándalo, en lo carnavalesco, pero también de a poco la comunidad comenzó a organizarse. Vimos a instituciones religiosas marchando, la Policía. Las madres, padres y hermanos pro gays y la Fundación Sida y la concientización de todo lo que es la política de ser gay, de ser trans, de pertenecer a estas comunidades que pertenecemos nosotras. Y hay de todo, pero ahora más que nunca que tenemos un presidente en el poder que obviamente es enemigo de todo lo que hemos conseguido y ha retrasado la lucha y el proceso y por eso tenemos que dar cara de nuevo. Y tenemos que aceptar que muchos muchachos jóvenes de la comunidad gay en lo que están interesados es en la parte de lo carnavalesco del festival, pero sí siempre hay organizaciones serias dentro de este festival. 

LUIS DANIEL:   Y ya que menciona al presidente Trump, en Puerto Rico estamos igual con la aprobación del Proyecto del Senado 1 de libertad religiosa donde un empleado público puede negarse a dar un servicio por sus creencias religiosas cuando su salario es pagado por las mismas personas a quien se negarían en atender.

LIZZA FERNANDA: A mí me ha pasado, pero de manera disfrazada. Una vez fui a comprar un traje de calidad que estaba a muy buen precio y cuando lo fui a pagar y el hijo del dueño, el gerente de la tienda me hizo entender que la tarjeta no aprobaba y cuando llegué a mi casa y llamé al banco, me dijeron que la tarjeta no había sido denegada ni había problemas con ella y no pude hacer la compra. O sea, que nosotros vivimos esos tropiezos constantemente en nuestras vidas y hasta lo olvidamos. 

LUIS DANIEL:   Un planteamiento de un supuesto comportamiento dentro de la Universidad de Puerto Rico que trae un miembro del partido de Proyecto Dignidad, busca que se cierren los espacios de baños inclusivos dentro de la Universidad de Puerto Rico por supuestas exposiciones deshonestas, masturbaciones y agresiones sexuales sin existir ni una sola querella radicada en la Policía de Puerto Rico. Lo insólito del asunto es que el Senado de Puerto Rico está atendiendo esta petición sin que exista una querella oficial radicada y cuando además de los baños inclusivos existen el de hombre y de mujer, o sea, que el individuo tiene la opción de acceder a cualquiera de estos baños. ¿Qué opinión le merece que dentro de la primera institución universitaria del país esté ocurriendo esta situación?

LIZZA FERNANDA: Es muy complejo porque habría que tomar en cuenta varias narrativas.  Tanto en la comunidad heterosexual como en la homosexual, los baños públicos se convierten en eso, en un escenario público donde están presente los órganos sexuales, la desnudez, el voyeur, el mirar… y lugares donde la gente aprovecha para tener relaciones sexuales, ya sean gays, heterosexuales o relaciones lésbicas. Eso siempre ha existido. Eso no debe suceder y si ocurre hay que atenderlo si hay querella. En el caso de nosotras, los transgéneros que entramos a los baños de las mujeres, yo tengo mi conducta personal. Por ejemplo, yo que viajo mucho, en los aeropuertos tiendo a ir al baño de las mujeres, pero si veo muchas mujeres con niñas no entro.  Prefiero entrar al baño de caballeros. Entonces voy a un cubículo y siempre hay hombres que me detienen y me dicen “este es el baño de los hombres” y yo les digo “es que yo soy hombre” y se quedan espantados…

LUIS DANIEL: De acuerdo con su experiencia, ¿cómo usted ve el transformismo de su época al que se está presentando en la actualidad?

LIZZA FERNANDA: Una locura, pero hay tantas cosas maravillosas. Todos estos jóvenes gays, transformistas, travestis asumen ya este rol de una manera “nosotras”. Ya ellos tienen toda una industria, de costureros gays, de lugares que venden prendas para gente transformista. Hombres que no necesariamente quieren vestir como mujer, pero quieren comprar una chaqueta queer, unas gafas queer, ya existe un lugar para comprar y lo va a seguir habiendo porque eso es un negocio. La juventud también está haciendo muchos espectáculos, las reinas de belleza y cada vez hay más espectáculos de hombres gays que modelan y compiten como hombres, mostrando su musculatura, su masculinidad, hombres muy hermosos. En Puerto Rico ganó uno hace poco en Filipinas. O sea, que todo esto ha crecido y hay lugar y gustos para todos. Claro, hay una parte de la festividad del transformismo que a mí no me complace. Por ejemplo, veo un show de RuPaul que es como un relajo, que no llega el momento de la seriedad. Pide el arte, llega el momento que se necesita que se defina lo que estás haciendo como artista. Es una locura, que termina en más locura y yo no participo en eso. Yo estoy vieja y estoy viendo la performatividad de gente muy joven. Toda esta gente joven está haciendo cosas diferentes. 

Agradecido de Lizza porque no dejo de aprender con ella. Igual que aprendí con Luis Felipe en el pasado, ahora lo hago con Lizza Fernanda, aclarándome conceptos y definiciones dentro de este marco tan amplio. También ante mis ojos ha ocurrido esa metamorfosis que no es meramente física, sino que hoy transgrede también otro lugar. 

Ella tiene un blog que se busca a través de postmodernidadpuertorriqueña.blogspot.com y busca su nombre.

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