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Leamos y apreciemos nuestra literatura queer

Lo que más nos debe llenar de orgullo es la significativa aportación que hacen autoras y autores LGBTTQ+ a la literatura nacional. Es una aportación que ha renovado las letras puertorriqueñas…

OPINIÓN

OPINIÓN

Max Charriez

Escritor y Profesor

    Puerto Rico, a pesar de un país pequeño, en crisis económica, en donde no se fomenta la lectura y el gobierno hace muy poco por promover y auspiciar la literatura, tiene una pujante y resilente industria del libro. Han sido las mismas autoras y autores, editoriales independientes y caseras, libreros, académicas y gestores culturales que con mucho sacrificio y determinación quienes echan la industria hacia adelante. De algún modo el país logra producir autores de calibre internacional y representación en importantes ferias y eventos literarios alrededor del mundo. Pero lo que más nos debe llenar de orgullo es la significativa aportación que hacen autoras y autores LGBTTQ+ a la literatura nacional. Es una aportación que ha renovado las letras puertorriqueñas.

    No solo eso, en Puerto Rico se han celebrado importantes eventos dedicados a la literatura LGBTTQ+: el Congreso de Literatura Queer (CLiQ) en la UPR Carolina y desde el 2023 se unen a estas festividades culturales el Día Nacional del Libro LGBTTQ+ Puertorriqueño en Río Piedras y el Maratón de Lectura Cuir (Pateria-tón) en Arecibo.

    La literatura LGBTQ+ ha sido un vehículo poderoso para la expresión y la visibilidad de las comunidades en Puerto Rico, reflejando tanto los avances como los desafíos en la aceptación social. A lo largo de las décadas, la literatura ha servido como un espejo de la sociedad puertorriqueña, capturando las tensiones entre la tradición y el cambio. En los años 50 y 60, los escritores LGBTQ+ enfrentaron discriminación y censura por parte de la academia y editoriales, pero persistieron en su lucha por la expresión auténtica desde la diáspora forzada. El cuento “¡Jum!”, del autor Luis Rafael Sánchez, publicado en 1966, constituye un emblemático ejemplo de la homofobia y la violencia antihomosexual colectiva previas a los movimientos de liberación. Con el tiempo, la literatura LGBTQ+ en Puerto Rico ha ganado prominencia y aceptación, como se evidencia en la antología pionera “Los Otros Cuerpos” (2009), la reedición y estudio de la obra de figuras literarias como Manuel Ramos Otero y Abniel Marat, y la visibilidad local y en el exterior de importantes autoras y autores queer en diferentes géneros literarios.

    La censura y la reacción pública a esta literatura siempre han sido complejas en nuestra sociedad colonial. La literatura LGBTQ+ puertorriqueña no solo se enfrenta al rechazo de los lectores conservadores, sino que también le afectan los problemas sociales adyacentes al colonialismo, como el elitismo académico y literario, el clasismo, el machismo y el eurocentrismo que han predominado en el ambiente literario, creando un canon constituido por escritores de género masculino, cristiano, blanco, de alcurnia, que gira alrededor de un imaginario patriótico y nostálgico que dejó poco espacio para otros sectores, como las mujeres, afrodescendientes, la clase obrera y otras marginalidades.

    Ya para la década de los setenta hay voces muy fuertes que simplemente no pueden ser ahogadas. “Concierto de metal para un recuerdo y otras orgías de soledad” (1971) de Manuel Ramos Otero abre un periodo fundacional que continúa hasta los años noventa: “Las mujeres no hablan así” (1981) de Nemir Matos Cintrón; “Las voces del asedio” (1988) de Armindo Núñez Miranda; “Poemas de lógica inmune” (1991) de Joey Pons y Moisés Agosto Rosario; “Cabronerías: historia de tres cuerpos” (1995) de Daniel Torres; “La patografía” (1996) de Ángel Lozada; “Sirena Serena vestida de pena” (2000) de Mayra Santos Febres y “De buena tinta” (2000) de Osvaldo Luis Cintrón.

    El “boom” de la literatura LGBTQ+ puertorriqueña se dio tardío, si lo comparamos con el resto de Hispanoamérica, en la segunda década del siglo veintiuno, como consecuencia de la publicación de la antología “Los otros cuerpos” (2009), el proceso de liberación de la literatura fuera de los círculos literarios riopiedrenses con la creación de la Maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón y el auge de las redes sociales. Un junte de nuevas voces lideradas por los veteranos Abniel Marat, Daniel Torres y Aixa Ardín Pauneto crean el Colectivo Literario Homoerótica, y toman por asalto la actividad literaria en la capital. Autoras como Yolanda Arroyo Pizarro, Ana María Fuster Lavín, Luis Negrón, Eirïc R Durandal Stonecrow, Carlos Vázquez Cruz, Max Chárriez y Xavier Valcárcel son un ejemplo de este movimiento literario que todavía siguen activos en el quehacer literario 10 años después. Como consecuencia surgen nuevas marcas editoriales y una gestión cultural sin precedente.

    La literatura queer rompe barreras al reflejar las múltiples facetas de la comunidad LGBTQ+. La autenticidad y la diversidad son fundamentales para fomentar la inclusión y la aceptación. Es una fuente rica de historias que inspiran, empoderan y celebran la diversidad y el amor en todas sus formas y amplía nuestra comprensión de la experiencia humana.

    Hay razones de sobra para que las personas LGBTTQ+ lean, disfruten, aprecien y aprendan de las literaturas de sus comunidades: representación auténtica y diversa; inclusión, pertenencia y visibilidad; empoderamiento y validación; educación y comprensión. ¿Cómo puedes comenzar a disfrutar tus literaturas queer? Primero, busca en las redes sociales a los autores mencionados en este artículo. Puedes visitar tu librería favorita, te recomendamos Librería La Esquina en Río Piedras y Ágape, Tiendita Solidaria en Arecibo. Además, Editorial La Tuerca (edlatuerca en IG) está desarrollando una campaña para fomentar la lectura en nuestras comunidades y recomiendo un libro mensualmente y el último jueves del mes hacen un Live en IG para conversar y comentar sobre el libro del mes. Comienza a leer, disfrutar y aprender de las literaturas de nuestras comunidades LGBTTQ+.