Es una montaña rusa de emociones que no da tregua y que, lejos de confundir, atrapa con su ritmo ágil y emocionalmente honesto
SAN JUAN, Puerto Rico
Por Sirio A. Álvarez, Pride Society Magazine
Media Vida, de Tanya Barfield, es la tercera obra presentada en el True Colors Fest, bajo la dirección magistral y producción de Edgardo Soto, es una experiencia teatral íntima y profundamente conmovedora. La pieza escrita en el 2015, estrenada el mismo año en el teatro off-Broadway, Women´s Project Theater de New York, es traducida en Puerto Rico por Amanda Vilanova. La obra narra la historia de amor entre Vicky y Erica, dos mujeres que atraviesan décadas de vida compartida, rupturas, maternidad, deseo, pérdida y reencuentro, todo a través de una estructura en saltos en el tiempo que replica la forma en que recordamos: a retazos, con intensidad y sin orden fijo. El resultado es una montaña rusa de emociones que no da tregua y que, lejos de confundir, atrapa con su ritmo ágil y emocionalmente honesto. Este formato, de tres tiempos (pasado, presente y futuro), le da una magia especial a la historia.
Las actuaciones de Yaiza Figueroa (Erica) y Alexandra Liz Cedeño (Vicky) son de una verdad arrolladora. Ambas logran construir una complicidad viva y matizada, que se transforma escena tras escena, desde la ligereza de un primer coqueteo hasta la vulnerabilidad del desencanto o la ternura de la reconciliación. Yaiza Figueroa destaca por su control emocional y su capacidad para transmitir silencios densos y gestos que hablan sin emitir sonido. Mientras que Alexandra Cedeño dota a su personaje de una energía y fragilidad que conmueven por igual, ella le da fuerza y voz a sus líneas. Juntas construyen una relación verosímil, dolorosamente humana, que llevan a la audiencia por todos los años de su relación.
La escenografía diseñada por Miguel Rosa es sobria pero precisa, con un elemento que se transforma con fluidez en cama, ascensor, estrella de feria o cielo abierto, según lo exija el momento. El uso del espacio es dinámico y poético, logrando que lo esencial adquiera dimensiones simbólicas. Las luces, diseñadas por el mismo Edgardo Soto, acompañan la narrativa con aciertos puntuales, pero en momentos podrían haber reforzado más los cambios de tiempo. La música y el diseño sonoro de Ronald Benítez cumplen una función narrativa importante, pero es utilizado en muy pocos momentos, hay espacio para afinar las transiciones entre escenas y dar mayor profundidad emocional al subtexto. El vestuario de José Luis Nuñez y el maquillaje y peinado de Ricky Diadoné están muy bien logrados.


La dirección de Soto es simplemente divina. Domina el ritmo y entiende la pulsación íntima de la obra. Su mano se siente en la precisión de los movimientos, en la limpieza de las transiciones y en el respeto profundo al texto original de Barfield. La decisión de trabajar con una puesta en escena muy sencilla permite que los cuerpos y las emociones de las actrices ocupen el centro absoluto, lo cual intensifica la experiencia para el espectador. Bravo por el director.
Media Vida no ofrece respuestas fáciles. Su estructura fragmentada exige atención, pero recompensa con una mirada honesta sobre el amor lésbico, el paso del tiempo, los desencuentros inevitables y la posibilidad de un cariño que sobrevive, aunque mutado. En el marco del True Colors Fest, su impacto se multiplica al tocar fibras compartidas por una comunidad que ha aprendido a vivir entre rupturas y reconstrucciones. La obra no solo representa una historia de amor, sino una forma valiente y hermosa de contarla.
Aun tienes la oportunidad de gozarte esta delicia de producción, hoy viernes y sábado a las 8:30 p.m. y domingo, matiné, 4:00 p.m., en el Centro de Bellas Artes de Santurce, Sala Experimental Carlos Marichal.