La celebración del orgullo LGBTQ+ sigue siendo necesaria, especialmente en contextos hostiles como el de Puerto Rico
SAN JUAN, Puerto Rico
Redacción PSM
“El Orgullo comenzó con una protesta”. La frase, repetida año tras año, busca recordar los orígenes del Mes del Orgullo LGBTQ+, celebrado cada junio en Estados Unidos y muchos otros países, como en Puerto Rico. Para activistas y sectores de la comunidad, es un llamado de atención ante lo que consideran una despolitización de los desfiles y festivales, cada vez más dominados por intereses comerciales. En 2025, sin embargo, se anticipa que muchos eventos retomen su carácter de denuncia, especialmente ante un segundo mandato del presidente Donald Trump y el resurgimiento de políticas abiertamente hostiles hacia las personas LGBTQ+.
La razón principal por la cual junio fue escogido para conmemorar el Orgullo es la rebelión de Stonewall. Pero esa historia comenzó antes y ha seguido creciendo después.
Stonewall: en donde todo comenzó
En la madrugada del 28 de junio de 1969, una redada policial en el bar Stonewall Inn, en Greenwich Village, Nueva York, provocó una respuesta inesperada: en lugar de huir, los clientes se defendieron. Durante varios días, los alrededores del bar fueron escenario de disturbios que marcaron un antes y un después en la lucha LGBTQ+. No era la primera vez que la comunidad protestaba, pero Stonewall se convirtió en el “Big Bang” del movimiento, como lo describió la historiadora Lillian Faderman en su libro Long Road to Freedom: The Advocate History of the Gay and Lesbian Movement.
Ya antes habían ocurrido manifestaciones: en 1959, trabajadoras sexuales y drag queens protestaron en Cooper’s Donuts, en Los Ángeles. En 1966, hubo disturbios similares en la cafetería Compton’s de San Francisco. Y la redada en el bar Black Cat en 1967 también desató protestas que eventualmente dieron origen a The Advocate, una de las primeras publicaciones LGBTQ+ en Estados Unidos.
Los primeros actos conmemorativos fueron los Reminder Day Pickets, organizados entre 1965 y 1969 frente al Independence Hall en Filadelfia. Tras Stonewall, sus organizadores propusieron recordar los sucesos cada último fin de semana de junio, dando paso en 1970 a las primeras marchas del Orgullo en Nueva York, Chicago, Los Ángeles y San Francisco.
De un día de protesta a un mes de visibilidad
Con el tiempo, la conmemoración se expandió a ciudades grandes y pequeñas, incluso más allá de EE.UU. El primer desfile del Orgullo en Londres fue en 1972, en Sídney en 1978 y en Montreal en 1979. En 2000, se celebró el primer WorldPride en Roma. Este año, en medio de tensiones políticas, la capital estadounidense, Washington D.C., acoge el evento global, con una gran marcha de protesta convocada para el 8 de junio.
En 1999, el presidente demócrata Bill Clinton fue el primero en proclamar oficialmente junio como Mes del Orgullo Gay y Lésbico. Sus sucesores demócratas, Barack Obama y Joe Biden, ampliaron el reconocimiento e inclusión en sus proclamas presidenciales. Por el contrario, los presidentes republicanos George W. Bush y Donald Trump han evitado reconocer formalmente el mes, salvo por un escueto tuit de Trump en 2019 que fue ampliamente criticado.
Este año, con Trump nuevamente en la Casa Blanca, no se espera una proclamación. Tampoco se prevé una inclusión significativa de personas trans o no binarias por parte de la administración federal.
Diversificación y resistencia
En las últimas décadas, muchas personas trans, afrodescendientes y mujeres queer han cuestionado el protagonismo blanco y cisgénero en las celebraciones. Así nacieron eventos como las Dyke Marches (desde 1993), los Black Pride (desde 1991) y las marchas trans, siendo la de San Francisco en 2004 una de las más grandes y emblemáticas.
Pese a los retrocesos, la resistencia continúa. Este año, grandes corporaciones han cancelado sus programas de diversidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés), presionadas por órdenes ejecutivas del presidente Trump. Algunos eventos del WorldPride 2025 han retirado su programación de espacios como el Centro Kennedy, considerado actualmente inseguro para la comunidad LGBTQ+. No obstante, otros museos federales han decidido continuar con actividades vinculadas.
¿Y en Puerto Rico?
En Puerto Rico, junio también es mes de Orgullo. A pesar de un clima político conservador y del avance de legislación que restringe los derechos de personas LGBTQ+ —como los esfuerzos para eliminar las guías de equidad en educación o limitar el acceso a tratamientos de afirmación de género—, distintas organizaciones y colectivos han confirmado una variada programación durante todo el mes.

Municipios como San Juan, Caguas, Isabela, Cabo Rojo, Ponce, Naguabo, Rincón, Guayama y Cataño, entre otras, tendrán desfiles, marchas y eventos culturales. Estos actos coinciden con un momento de gran preocupación por el silencio de la administración de la gobernadora Jenniffer González Colón ante el alza en discursos y políticas discriminatorias. Mientras tanto, legisladores vinculados a sectores fundamentalistas insisten en promover proyectos que excluyen a personas trans y no binarias de protecciones legales básicas.
Sin embargo, las organizaciones comunitarias continúan apostando por la visibilidad, el arte y la protesta como herramientas de transformación. En un contexto adverso, el Orgullo en Puerto Rico —como en tantos otros lugares— sigue siendo un acto de resistencia.