Pongamos en PERSPECTIVA la desvirtuada y descontextualizada PERSPECTIVA. Todo este asunto se sale de proporción, sobre todo por la superficialidad y falta de objetividad con que se trata el tema. No me sorprende la liviandad y falta de objetividad, tampoco la hipocresía y dualidad con la que se manipula a los más llanos.
Respeto las creencias de cada ser humano, pero no puedo validar la doble vara, especialmente cuando está basada en la necesidad de esgrimir pureza y castidad como subterfugio de su propia conducta. Gente que necesita «aparentar» sentirse ofendida y preocupada porque unos personajes animados hacen en público, lo que ellos hacen en privado, o mimetizados entre las páginas de sus biblias… una especie de juego al esconder, pero entre adultos. Estando ocultos se ganan más adeptos… o más víctimas. Todo depende si juegas al fundamentalista o si juegas al pulpo… o a ambos, pues cada quien cuenta las mentiras que mejor le hacen lucir. Lo que no está bien, y nunca lo ha estado, es utilizar la inferencia para unas cosas y para otras, no.
Hablemos del asunto en cuestión. Usted puede inferir que dos personas del mismo sexo, que se besan en la película animada “Lightyear” pueden convertir a sus hijos en homosexuales, como si de la Teoría de la Generación Espontánea de Aristóteles se tratara. Ese es su derecho, pero, al menos sea honesto y, practicando la justicia que usan como escudo, explíquele a sus hijos otras historias a las que han estado expuestos.
Por ejemplo:
- El Príncipe Felipe, en La Bella Durmiente, besó a la princesa Aurora cuando esta estaba dormida. Lo que implica que ella no consintió ese beso. Si utilizamos la inferencia, podríamos concluir que, gracias a que Aurora despertó a tiempo, no fue violada por Felipe que, con su pene marcado entre las medias elásticas que emulan la linda y romántica vestimenta del siglo 14, estaba allí solo para salvarla.
- Tomemos a Blanca Nieves. Deberíamos también explicarles a los infantes que cuando una mujer está en contra de otra, por la simple y trivial razón de que esa “otra” es, desde su PERSPECTIVA, más bella que ella, el asunto no se resuelve envenenando a la rival. Quizás debamos enseñarles que la belleza es relativa y que es mejor cultivar el espíritu y el intelecto para competir en buena lid. También podríamos aprovechar para explicarles que, la meta de una mujer no está en un cuerpo “perfecto” pero vacío… quizás tendríamos menos niñas suicidándose después de batallar contra la anorexia y otros desórdenes alimenticios. Por supuesto, no comprarles el traje de la Blanca Nieves cuando las lleven a Disney, podría ser un buen comienzo; que, dicho sea de paso, es caro con cojones.
- No los lleven a ver La Bella y La Bestia. Podría ser que aprendieran a extorsionar a los demás y quizás, hasta correríamos el peligro de tenerlos en el gobierno cuando lleguen a la adultez. Aunque eso, ya quizás lo aprendieron con Víctor Fajardo, Julia Keleher y Tata Charbonier; todos servidores públicos de conducta intachable; la última de ellos, además, ferviente defensora de la fe… Amén.
- Cuidado con La Sirenita… sería terrible que nuestros futuros ciudadanos tuvieran la necesidad de renunciar a lo que son, solo por seguir a una pareja. Sería terrible tener a toda una generación en total menosprecio de su identidad y sus raíces. Pero si aun así, deciden llevarlos a ver esta película, tápenle los ojos en las escenas de Úrsula; la mujer sin talento que le roba la voz a Ariel para ella poder brillar con el talento de otra persona. Me preocupa como se puedan comportar luego en sus respetivos trabajos, robando ideas y proyectos que nunca fueron suyos. Aunque de esos conozco varios casos muy de cerca… y no necesariamente porque fueron a ver la película.
Por favor… más sustancia y menos estupidez. Nos criamos viendo a Los Flinstones por WAPA TV en “La Hora del Recreo con Pacheco”, pero no por eso tenemos que vivir en la edad de piedra.