Uno de los grandes aciertos de “Vigilia” es su capacidad para equilibrar la comedia con la tragedia
BAYAMÓN, Puerto Rico
Por Sirio Álvarez
Este pasado fin de semana comenzó el 4to Festival de la Mujer en el Teatro Braulio Castillo en Bayamón junto a la celebración su 40 aniversario con la puesta en escena de la obra Vigilia, de Morris Panych.
Vigilia una comedia negra que, con una combinación de humor mordaz y una profundidad inesperada, explora el peso de la familia, la soledad y la inevitable muerte. Desde su estreno en 1995, la obra ha sido celebrada internacionalmente por su agudo ingenio y su capacidad de conmover incluso en sus momentos más absurdos.
Esta puesta en escena cuenta con un elenco de primera clase con Ernesto Javier Concepción como Kemp y el regreso a las tablas de la querida Lillian Hurst, como Grace; todo bajo la dirección de Miguel Vando y la perfecta producción de Edwin Ocasio para Contraparte.

La historia nos narra como Kemp, un hombre cínico y resentido que deja su monótona vida para cuidar a su tía moribunda, Grace, a quien apenas conoce. Sin embargo, la situación toma un giro inesperado cuando el supuesto lecho de muerte de Grace se convierte en una larga espera llena de conversaciones incómodas, silencios elocuentes y una relación que evoluciona de la exasperación mutua a una extraña pero conmovedora conexión. La dinámica entre ambos personajes es el corazón de la obra: Kemp, con su impaciencia y su visión pesimista de la vida, contrasta con la silenciosa resistencia de Grace, cuya presencia es un enigma hasta el final.
Hay que destacar la escenografía, luces, música, maquillaje y utilería de esta producción, a cargo de Miguel Vando, Ana Salgado, Carlos Muñoz y Edwin Batista, respectivamente. Como siempre he dicho, cuando se mezcla un buen libreto, unas buenas actuaciones, una buena dirección y una buena producción surge la magia teatral. De esta presentación salieron ‘fuegos artificiales’ para un público que se lo gozo de principio a fin.
Uno de los grandes aciertos de Vigilia es su capacidad para equilibrar la comedia con la tragedia, se usa el humor no solo para hacer reír, sino también para revelar el dolor y el vacío que Kemp intenta ocultar. A través de su cinismo, la obra nos enfrenta a preguntas existenciales sobre la muerte, la memoria y la necesidad humana de vivir en compañía.
Mención aparte merecen las actuaciones, los silencios y gestos, que lograron que Lillian Hurst nos hablara… y la magistral interpretación de Ernesto Javier Concepción es única, llevo el mensaje alto y claro. Logró adentrarse tanto en el personaje sínico, locuaz, con una infancia obscura, rechazado por su familia y con una sexualidad complicada que modifica su voz… Lo hace a la perfección durante toda la obra, sus movimientos, sus ademanes, su caminar nos hacen olvidar al actor y ver a Kempt en todo momento. Bravo por tan buena actuación.
El texto, con diálogos afilados, deja espacio para la interpretación de los actores y la imaginación del espectador. Las pausas, los gestos y los silencios juegan un papel tan importante como las palabras, haciendo que la historia se sienta íntima y universal a la vez.
En definitiva, Vigilia es una obra que, detrás de su humor ácido, esconde una reflexión profunda sobre lo que significa vivir y morir acompañado. El autor nos recuerda que, a veces, la familia no es lo que esperamos, y que las relaciones más significativas pueden surgir en los momentos más inesperados.
Excelente comienzo para este Festival de la Mujer. ¡Bravo por los actores y la producción! Pendientes próximamente estarán el 15 de marzo en Hatillo.