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A construir un futuro sostenible para la lucha LGBTQ+ en Puerto Rico

Es momento de utilizar el poder adquisitivo para presionar: si una marca da la espalda, a responder con boicots y alternativas económicas que favorezcan la comunidad

SAN JUAN, Puerto Rico

El activismo LGBTQ+ en Puerto Rico enfrenta un momento crítico. Con la escalada del fundamentalismo religioso en la política local, el desmantelamiento de políticas de diversidad e inclusión en el sector privado y el avance de legislaciones discriminatorias, muchas organizaciones sin fines de lucro lideradas por la comunidad entrarán en crisis. Sin embargo, esto es una oportunidad para repensar nuestra relación con el sistema sin fines de lucro y cómo asegurar la sostenibilidad como movimiento.

A lo largo de los años, la estructura del tercer sector ha convertido a muchas organizaciones en gestoras de problemas en lugar de solucionarlos. Se depende excesivamente de fondos externos, lo que limita la posibilidad de cambios radicales y, con frecuencia, subordina las prioridades a los intereses de donantes y empresas en lugar de a las necesidades reales de la gente.

Hay una creencia de que la liberación venía servida en bandeja de plata cenas de gala, en cocteles o actividades regulares de recaudación, en donde empresarios y figuras influyentes aplaudían entre brindis y presentaciones que mostraban a jóvenes queer sonriendo o a activistas en reuniones organizadas. Se construyó toda una infraestructura sobre la generosidad de quienes podían financiar la lucha. Y ahora que los derechos LGBTQ+ vuelven a estar bajo ataque con censura de libros, proyectos de ley discriminatorios y retrocesos en espacios seguros, se encara una realidad difícil: la supervivencia no puede depender de favores ajenos.

La fragilidad del modelo actual

El sector LGBTQ+ sin fines de lucro en Estados Unidos ya está sintiendo el golpe. Dos de las organizaciones de defensa más grandes del país anunciaron recientemente despidos masivos: la Human Rights Campaign eliminará el 20 % de su personal y GLSEN reducirá su plantilla y reestructurará la organización. Este no es un problema aislado, sino un reflejo de un sistema frágil. Se ha puesto demasiada fe en donantes corporativos y aliados de temporada, algunos de los cuales ahora se alinean con políticas ultraconservadoras. Mientras las empresas reducen su compromiso y las organizaciones luchan por mantenerse a flote, surge una pregunta crucial…

¿Se ha invertido demasiado en un sistema que nunca estuvo diseñado para durar?

Durante la última década, hubo marcas envueltas en arcoíris cada junio, ansiosas por demostrar su compromiso con campañas llamativas y donaciones estratégicas. Pero tras bambalinas, muchas financiaban a políticos anti-LGBTQ+ y trataban la diversidad como una táctica de relaciones públicas. Ahora que la presión de la extrema derecha ha convertido la justicia social en un concepto «tóxico» para algunos sectores corporativos, el dinero y el apoyo están desapareciendo.

Mientras tanto, las organizaciones que debían refugio han caído en un ciclo de dependencia de estos recursos efímeros. Las subvenciones, los patrocinios y las grandes donaciones han moldeado la agenda del activismo LGBTQ+, a veces más que las necesidades reales de la comunidad. Grupos de base han denunciado cómo las principales organizaciones han priorizado temas que son más fáciles de aceptar o digerir para donantes y corporaciones donantes, en lugar de luchas menos rentables como la descriminalización del trabajo sexual, el fortalecimiento de redes comunitarias o la asistencia económica directa a los más vulnerables. Ahora que los fondos se reducen, se puede apreciar cuán frágil es este complejo industrial sin fines de lucro queer.

La siguiente fase del activismo LGBTQ+ en Puerto Rico debe centrarse en la autonomía económica. Foto | Adobe Stock

Cuando hay recortes presupuestarios, quienes más sufren son los sectores más marginados. Los programas que atienden a personas trans negras y latinas, jóvenes LGBTQ+ sin hogar y familias queer de bajos ingresos son los primeros en desaparecer. Además, muchas de estas organizaciones emplean a personas que históricamente han enfrentado precariedad laboral, lo que hace que los despidos sean aún más devastadores en un país, como Puerto Rico, en donde la transfobia y la homofobia están en ascenso.

Un nuevo modelo para el activismo LGBTQ+ en Puerto Rico | De la caridad a la autogestión

Es momento de cambiar la estrategia. Hay que transitar de la dependencia caritativa a modelos de autogestión y economía solidaria. La pandemia mostró el poder de la ayuda mutua y el impacto de redes comunitarias que operan sin intermediarios burocráticos. En Puerto Rico, iniciativas lideradas por personas de la comunidad LGBTQ+ distribuyeron recursos esenciales, colectivos de base brindaron asistencia directa sin obstáculos administrativos y la comunidad se organizó con rapidez para apoyarse en tiempos de crisis.

En lugar de esperar que una empresa multinacional o un gran donante vengan al rescate, hay invertir en el fortalecimiento de redes que respondan a las necesidades sin condiciones ni intereses externos.

Poder económico como herramienta de resistencia

La siguiente fase del activismo LGBTQ+ en Puerto Rico debe centrarse en la autonomía económica. Es menester más cooperativas queer, negocios solidarios y espacios comunitarios autogestionados que brinden estabilidad, en donde la filantropía falla. También es momento de utilizar el poder adquisitivo para presionar: si una marca da la espalda, a responder con boicots y alternativas económicas que favorezcan la comunidad. La fuerza laboral y el consumo pueden alimentar estructuras que no dependan de la generosidad de quienes ven a la población LGBTQ+ como una estrategia de marketing.

Redefinir el éxito

Finalmente, debemos replantear qué significa el éxito en la lucha LGBTQ+. ¿Se mide por informes brillantes y eventos con invitados de lujo? ¿O se define por el impacto tangible en las vidas de quienes más lo necesitan? ¿El objetivo es dar reconocimiento a los grandes donantes, o es visibilizar a quienes sostienen esta lucha sin buscar protagonismo? La historia ha enseñado que la liberación queer nunca ha dependido exclusivamente de las instituciones.

La fortaleza ha residido en redes subterráneas, en familias escogidas y en el acto radical de cuidar los unos de los otros cuando nadie más lo haría.

Construyendo un sistema inquebrantable

El colapso del complejo sin fines de lucro LGBTQ+ no es una tragedia; es una alerta. Es hora de construir estructuras que no puedan ser desmanteladas por cambios políticos ni por el compromiso flaco del sector privado. El futuro debe construirse en los propios términos de esta comunidad, con propios recursos.

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