Quizá sea hora de revisar la historia y buscar patrones comunes en aquellas personas que desafiaron las categorías binarias de su tiempo…
SAN JUAN, Puerto Rico
Por Carlos Barreto Neurólogo | Brain Profesional Health
Neurólogo y Escritor
El sujeto X se ha vuelto especial en estos días. Finalmente, se empieza a hacer justicia a quienes, de una forma u otra, no se identifican como varón o mujer. Aunque para muchos políticos y sectores eclesiásticos esto resulte difícil de digerir, la realidad es que la percepción de lo que uno es va mucho más allá de un pene o un clítoris asignado morfológicamente durante la embriogénesis. Responde, en cambio, a una neuroplasticidad emocional y subjetiva, única en cada individuo.
En medio de la complejidad mental y social que habitamos, somos testigos de procesos evolutivos que podrían —o no— corresponderse con la tan estudiada teoría darwiniana. Incluso en el mundo animal, los individuos a veces se aíslan de su grupo para orientarse hacia donde mejor les plazca. No debe parecer casual que, de vez en cuando, una foca aparezca en Puerto Rico o un flamenco se desvíe de su ruta. Más allá del sexo o del grupo al que pertenecen, podría tratarse también de una percepción individual que guía su camino.
De manera similar, los humanos percibimos el mundo de formas distintas: olores, lecturas, emociones, sonidos. Por eso, ser no binario no es una moda. Es, simplemente, una vivencia íntima de un grupo de personas que no desea alejarse de su entorno, sino ser aceptado tal como es, con todas sus características, como cualquier otro Homo sapiens.
¿Y eso en qué me afecta a mí, o al Estado? En nada. Absolutamente en nada. Esto es una cuestión de respeto y de percepción. Los sujetos no binarios solo buscan su espacio en un mundo complejo y en constante cambio. No me sorprendería que, en el futuro, la epigenética encuentre un lugar para analizar e investigar estas emociones, que no son nuevas, sino que han existido desde siempre.
Tal vez incluso personajes históricos o figuras bíblicas respondieron en su tiempo a un llamado interior que los llevó a percibirse como seres de luz, alejados de toda sexualidad, con el fin de conectar psicológicamente tanto con hombres como con mujeres. ¿Y si Descartes, con su famoso “pienso, luego existo”, también respondió a un impulso de ser lo que le viniera en gana? No lo sé con certeza. Pero con esta nueva nomenclatura y comprensión del ser, quizás sea hora de revisar la historia y buscar patrones comunes en aquellas personas que desafiaron las categorías binarias de su tiempo.
La era de las redes sociales ha permitido una mayor visibilidad de estas vivencias y de muchas otras emociones que ya existen y otras que están por emerger. Cuanta más resistencia pongamos, más nos tardamos en evolucionar y en alcanzar una forma más plena de ser humanos.
Mientras eso sucede, no se pregunte si es justo o no que el sujeto X tenga su lugar en el registro demográfico. Mejor, siéntese en un café, observe a su alrededor, respire… y deje respirar. Porque en un mundo tan complejo, tan dinámico y tan diverso, mirar desde arriba sin ser visto es, sencillamente, imposible.

