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El único pecado es no amar

Una relectura del amor en la Biblia y la historia de la Iglesia

SAN JUAN, Puerto Rico

Por Rev. Ignacio Estrada Cepero, para PSM

A lo largo de la historia, el amor ha sido un tema central en la teología cristiana, pero también uno de los más malinterpretados. A menudo, la Iglesia ha utilizado las Escrituras para justificar la exclusión, el juicio y la opresión, basándose en una comprensión rígida y limitante del amor. Este artículo investigativo se propone reexaminar algunas de las historias más controvertidas de la Biblia y la tradición cristiana, argumentando que el verdadero pecado no reside en las formas diversas de amar, sino en la incapacidad de abrazar el amor universal que se ofrece a toda la humanidad.

El objetivo de este trabajo es ofrecer una nueva perspectiva sobre el amor en las Escrituras, desafiando las interpretaciones tradicionales que excluyen a las personas cuya forma de amar no se ajusta a las normas sociales o religiosas. A través de una exégesis crítica y un análisis histórico, buscaremos redefinir el concepto de pecado en el contexto cristiano, para señalar que el verdadero pecado es la falta de amor hacia el prójimo.

David y Jonatán, un amor más allá de la amistad y el pacto

La relación entre David y Jonatán, como se narra en el primer libro de Samuel, ha sido históricamente vista como una “gran amistad”, pero esta visión reduce la complejidad de la conexión entre estos dos personajes. El texto bíblico (1 Sam 18,1) describe que «el alma de Jonatán quedó unida con la de David, y lo amó como a sí mismo». En una lectura más profunda, este amor trasciende el ámbito de la amistad, y parece estar más cerca de lo que hoy entenderíamos como un amor romántico y comprometido.

Desde una perspectiva teológica, algunos estudiosos han señalado que la relación entre David y Jonatán refleja una conexión que desafía las convenciones de la época, donde la homosocialidad y la eros estaban vinculadas principalmente a la camaradería de los hombres en contextos guerreros. Sin embargo, académicos contemporáneos como Thomas L. Thompson en su obra The Bible and the Politics of Exegesis argumentan que la relación entre David y Jonatán representa una forma de amor que no debe ser despojada de su riqueza afectiva, sino reconocida como una posible muestra de amor entre varones que la tradición ha silenciado.

Al mirar más allá de las lecturas tradicionales, esta historia se convierte en un acto de resistencia ante una norma cultural que prohíbe ciertas formas de afecto entre hombres. Si la relación fuera entendida desde una perspectiva inclusiva, se podría leer como un modelo de amor radical, que va más allá de las limitaciones de la amistad para abrazar una dimensión afectiva y de sacrificio.

El centurión y su siervo, un amor que desafía la jerarquía

En el Evangelio de Mateo, el encuentro de Jesús con el centurión romano presenta una de las escenas más poderosas y radicales de aceptación. En el relato de Mateo 8,6-13, el centurión pide por la sanación de su siervo, demostrando una profunda confianza en Jesús, a pesar de ser un extranjero y un representante de la autoridad opresora. Jesús, sorprendido por la fe del centurión, responde diciendo: “Ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8,10), lo que resalta el carácter radical de este acto de amor.

El centurión no solo muestra fe, sino también amor por su siervo, un amor que se extiende más allá de las convenciones sociales y las jerarquías establecidas. En el análisis histórico y teológico, algunos estudiosos de la ética cristiana, como John Howard Yoder en The Politics of Jesus, sugieren que la relación entre el centurión y su siervo puede ser vista como un acto subversivo contra las estructuras jerárquicas que dominaban la vida en el Imperio Romano. Este acto de amor cristiano trasciende las divisiones sociales y políticas, abriendo un camino hacia una teología que desafía las normas de autoridad y poder.

Felipe y el eunuco, el bautismo que rompe las barreras de la exclusión

El bautismo del eunuco (Hechos 8,26-40) es un acto de inclusión radical que desafía las normas sociales de su tiempo. En la cultura judía, los eunucos eran considerados impuros, excluidos de la comunidad religiosa debido a su condición física. Sin embargo, Felipe, guiado por el Espíritu, se acerca al eunuco y le ofrece el bautismo, sin cuestionar su identidad ni su condición corporal. La pregunta del eunuco, “¿Qué impide que yo sea bautizado?” (Hechos 8,37), se convierte en un grito de inclusión, abriendo la puerta a aquellos que habían sido históricamente marginados.

Los estudiosos de la teología inclusiva, como Teresa Forcades en su libro La teología feminista, argumentan que este pasaje revela la naturaleza inclusiva de la gracia divina, que no distingue entre géneros, orientaciones sexuales o condiciones físicas. El bautismo del eunuco no es solo un acto ritual, sino un acto de justicia, que desafía las barreras impuestas por la sociedad y la tradición religiosa. Este relato nos invita a reconsiderar las exclusiones en nuestras propias comunidades de fe, planteando una reflexión profunda sobre qué significa ser parte del pueblo de Dios.

A lo largo de las Escrituras, encontramos que el único pecado verdaderamente irreparable es no amar.

Sergio y Baco, el amor y la resistencia frente al martirio

Sergio y Baco, mártires cristianos que vivieron en el Imperio Romano, nos dan una lección poderosa sobre el amor sacrificial y valiente. Durante una época en la que la relación entre dos hombres era considerada impura y subversiva, estos dos hombres se mantenían firmes en su amor y fe. Al negarse a adorar a los dioses del imperio, fueron martirizados por su resistencia, no solo a las creencias paganas, sino también a un sistema que negaba su amor.

Lo que se ha callado durante siglos es el vínculo profundo que compartieron, no solo como compañeros de fe, sino como amantes y compañeros en la resistencia. Las ceremonias de adelphopoiesis, que unían a hombres en una relación de hermandad sagrada, nos revelan que la Iglesia primitiva reconoció un tipo de amor profundo entre hombres que iba más allá de las normas de la época. El historiador John Boswell ha argumentado que Sergio y Baco fueron, en ciertos contextos medievales, símbolos de un amor comprometido entre hombres. En sus estudios sobre rituales de adelphopoiesis —hermanamientos sagrados en la tradición cristiana oriental— se encuentran oraciones que invocan a Sergio y Baco como intercesores de uniones bendecidas. Aunque estas prácticas no forman parte de la liturgia matrimonial oficial, sí revelan una memoria espiritual que desafía las estructuras excluyentes de interpretación.

Releer su historia no es forzar una interpretación moderna, sino restaurar una dimensión olvidada del testimonio cristiano: la fidelidad inquebrantable, el amor valiente, la resistencia compartida. Sergio y Baco nos recuerdan que el amor que desafía al imperio y se mantiene firme en la fe es, quizás, una de las expresiones más puras del Evangelio.

Felícitas y Perpetua, el testimonio de un amor sororal y valiente

Entre las historias más conmovedoras del cristianismo primitivo se encuentra la de Felícitas y Perpetua, mártires del siglo III que enfrentaron la muerte juntas en el coliseo de Cartago. Perpetua era una mujer noble, madre joven y convertida al cristianismo; Felícitas, una esclava embarazada que también había abrazado la fe cristiana. Ambas fueron arrestadas y condenadas por no renunciar a su fe, y compartieron prisión, partos, visiones y oraciones.

En sus actas martiriales —uno de los textos más antiguos escritos por una mujer cristiana— se revela un vínculo profundo de solidaridad, cuidado mutuo y amor radical que desafiaba tanto las divisiones sociales como los mandatos imperiales. Mientras esperaban la muerte, Felícitas dio a luz en la cárcel, y Perpetua se convirtió en su sostén espiritual. El día de su ejecución, se abrazaron y murieron juntas, como hermanas de sangre y espíritu.

Algunos teólogos feministas han sugerido que la relación entre ellas encarna un tipo de amor sagrado que se resiste a ser reducido por las categorías patriarcales de amistad o servicio. Su martirio no fue solo un acto de fe, sino un testimonio del poder transformador del amor entre mujeres, que ha sido históricamente invisibilizado. Releer su historia desde una hermenéutica inclusiva nos invita a reconocer cómo el amor, en todas sus formas, ha sido fuerza de resistencia y redención desde los márgenes.

Sodoma y Gomorra, el verdadero pecado fue no amar

La historia de Sodoma y Gomorra, malinterpretada durante siglos, ha sido utilizada para justificar la condena de las personas LGBTIQ+. Sin embargo, un análisis crítico y exegético de los textos, especialmente de Ezequiel 16,49, revela que el pecado de estas ciudades no fue la homosexualidad, sino la violencia, la arrogancia y la falta de hospitalidad hacia los más vulnerables. El profeta Ezequiel establece claramente que las ciudades fueron destruidas por su injusticia social: «Sodoma y sus hijas cometieron abominaciones delante de mí, y no socorrieron al pobre y al necesitado».

En el contexto de la ética cristiana moderna, teólogos como Walter Brueggemann en su libro The Prophetic Imagination argumentan que el pecado de Sodoma fue la negación de la justicia social y la opresión de los débiles. La historia de Sodoma y Gomorra no es, como tradicionalmente se ha enseñado, un castigo por el amor entre personas del mismo sexo, sino una advertencia contra la violencia, la explotación y la falta de compasión por el prójimo.

El amor lo cambia todo

A lo largo de las Escrituras, encontramos que el único pecado verdaderamente irreparable es no amar. Este artículo busca desafiar las interpretaciones exclusivas que se han vinculado con el amor cristiano, invitando a una reflexión más profunda sobre el pecado, el amor y la justicia en la tradición cristiana. En lugar de seguir limitando el amor a categorías morales estrechas, debemos abrirnos a una visión más inclusiva, en donde el amor, en sus formas más diversas, sea un reflejo de la gracia infinita de Dios. Reimaginemos un Evangelio que, en lugar de imponer reglas, llama a todos a vivir plenamente en el amor, sin restricciones ni exclusiones.

Referencias.

  • Brueggemann, Walter. The Prophetic Imagination. Fortress Press.
  • Forcades, Teresa. La teología feminista en la historia. Fragmenta.
  • Thompson, Thomas L. The Bible and the Politics of Exegesis. Fortress Press.
  • Yoder, John Howard. The Politics of Jesus. Eerdmans.

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