Skip to content Skip to footer

Gritar para existir: consignar como acto de vida

AUTOR

El pasado 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia, Lesbofobia y Bifobia, volví a empuñar el megáfono. Volví a dejar que mi voz, rota y potente, saliera de mi pecho no por rabia vacía, sino por amor profundo. Fui consignera en la marcha convocada por la Federación LGBTQ+ de Puerto Rico, y me puse al frente, literal y simbólicamente, de una multitud de cuerpas que han sido silenciadas, invisibilizadas y violentadas por un estado que legisla odio mientras predica igualdad.

Ser consignera no es solo gritar consignas: es traducir el dolor colectivo en fuerza organizada. Es sostener el ritmo del corazón de una marcha. Es ser puente entre la rabia y la esperanza. Es escuchar la respuesta de la gente y saber cuándo acelerar el paso o cuándo detenerse a respirar. En esos momentos, mi voz no era solo mía. Era el eco de tantas personas trans, cuir, no binaries, negras, gordas, con diversidad funcional, que seguimos vivas a pesar de todo.

En cada “¡No al PS1, no al PS350!”, sentía el peso de nuestras historias y la urgencia de nombrar lo que el gobierno pretende borrar. El Proyecto del Senado 1, disfrazado de “libertad religiosa”, y el 350, que busca prohibir el acceso a tratamientos de afirmación de género a menores, son dos caras de una misma moneda: una maquinaria política que quiere callarnos, patologizarnos, eliminarnos.

Pero en la marcha no pudieron. Marchamos con dignidad, con arte, con rabia organizada, con carteles hechos a mano y voces temblorosas que se volvieron firmes al unísono. En Casa Ruth, cerramos el día en comunidad, celebrando la vida de nuestre compañere Nicolás en una fiesta profundamente cuir, donde el despecho fue también resistencia. Fue un recordatorio de que el gozo y la ternura también son trincheras.

Consignar es un arte y una responsabilidad. No nací sabiendo cómo gritar por todes, pero aprendí escuchando, repitiendo, fallando, afinando la voz con las batucadas y leyendo las emociones del colectivo. Cada marcha es un escenario donde mi cuerpo cuir se afirma como válido, digno y necesario.

Y es también un espacio donde mi garganta se convierte en tambor, en canto de guerra, en grito de vida.

En tiempos donde nuestras existencias son puestas en debate, donde se aprueban leyes sin nuestras voces, marchar es urgente. Pero también lo es consignar. Porque las palabras importan. Porque decir “Aquí estamos” con fuerza es recordarle al mundo que no nos van a hacer desaparecer. No sin pelea. No sin poesía. No sin comunidad.

Seguiremos. Porque no es solo protesta: es afirmación de vida. Porque no es solo coraje: es amor en movimiento. Porque no nos basta con existir: queremos vivir con dignidad.

Nota de vida: Mi campaña Vida Digna Pa’ Güarix busca apoyar la restauración de mi vivienda, un hogar ocupado hace más de 20 años por mi madre y ahora habitado por otras personas trans, y mi transición médica, que incluye hormonas, láser y operaciones de afirmación. Puedes apoyar este proceso aquí: https://gofund.me/a7f8080b Apoyarnos también es resistir. Gracias por sostenernos con amor y
solidaridad.

Leave a comment