A lo largo de la historia, las sociedades han contado con personas que no encajan dentro del binario de género hombre-mujer. Antes de la imposición de las estructuras coloniales europeas y sus visiones restrictivas del género, muchas culturas alrededor del mundo reconocían y respetaban a individuos no binarios y trans. Sin embargo, la llegada de la conquista europea y sus doctrinas religiosas desataron una brutal represión y demonización de estas identidades. En este artículo, exploramos ejemplos históricos de estas comunidades y cómo fueron perseguidas por la influencia de la cristiandad colonial.
Culturas precoloniales y su visión del género
Las “Dos Espíritus” en América del Norte
Numerosas naciones indígenas de América del Norte reconocían la existencia de personas “Dos Espíritus”, término contemporáneo que describe a individuos con identidades de género fuera del binario hombre-mujer. Estas personas ocupaban roles importantes dentro de sus comunidades como sanadores, chamanes y líderes espirituales. Sin embargo, con la colonización europea y la imposición del cristianismo, estas identidades fueron perseguidas y muchas tradiciones se perdieron o fueron forzadas a la clandestinidad.
Los Muxe de Oaxaca
En México, los Zapotecas de Oaxaca han reconocido por siglos a los muxe, personas que nacen con genitales masculinos pero se identifican y viven como un género distinto. A pesar de la colonización, esta identidad ha persistido, aunque no sin enfrentar discriminación y violencia debido a las normas impuestas por la cultura europea y la Iglesia católica.
Los Hijras del Sur de Asia
En India, Bangladesh y Pakistán, los hijras han existido por milenios. Estas personas, muchas de ellas asignadas como hombres al nacer pero que viven como mujeres o un tercer género, han desempeñado roles importantes en la cultura y religión, como bendecir nacimientos y bodas. Sin embargo, bajo el dominio británico, los hijras fueron criminalizados y perseguidos, y aunque han recuperado ciertos derechos en las últimas décadas, siguen enfrentando marginación social.
Los Fa’afafine de Samoa
En la cultura samoana, los fa’afafine son personas asignadas hombres al nacer que asumen roles y expresiones de género femeninas. Son aceptados dentro de sus sociedades tradicionales, aunque la influencia cristiana ha llevado a un aumento en la discriminación y estigmatización en las últimas décadas.

La influencia de la colonización y el cristianismo
Con la expansión europea desde el siglo XV, las estructuras de género impuestas por el cristianismo se convirtieron en la norma dominante. La Inquisición persiguió a personas que no se conformaban a los binarios de género, castigando a quienes vestían “inapropiadamente” según las normas europeas. Las colonias españolas, portuguesas y británicas implementaron leyes que castigaban la diversidad de género con la muerte, el exilio o la tortura.
En el siglo XIX, con la llegada de la medicina moderna y la psiquiatría, las identidades trans y no binarias fueron patologizadas, catalogadas como “trastornos” y perseguidas legalmente en muchos países occidentales y sus colonias. No fue sino hasta finales del siglo XX y principios del XXI que los derechos de las personas trans comenzaron a recuperarse, aunque con una fuerte oposición conservadora.
Datos actuales y luchas por los derechos
Según un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), aproximadamente 1.6 millones de adultos en Estados Unidos se identifican como trans o no binarios. En América Latina, países como Argentina han liderado la lucha por los derechos trans con la aprobación de la Ley de Identidad de Género en 2012, que permite el cambio de género legal sin requisitos médicos ni judiciales.
A pesar de estos avances, la violencia sigue siendo una realidad. Según el informe de Transgender Europe (TGEU), América Latina y el Caribe tienen las tasas más altas de asesinatos de personas trans en el mundo. Brasil, México y Colombia lideran la lista, evidenciando la necesidad de políticas de protección y educación en diversidad de género.
La historia de las personas trans y no binarias no comenzó en el siglo XXI ni es un “fenómeno moderno”. Antes de la colonización europea, muchas sociedades tenían una comprensión más fluida del género y otorgaban a estas personas roles importantes en la comunidad. La imposición de las normas europeas, basadas en dogmas religiosos, destruyó muchas de estas tradiciones y persiguió brutalmente a quienes no encajaban en su estructura binaria.
A medida que el mundo avanza en el reconocimiento de los derechos humanos, es crucial rescatar estas historias y luchar contra los prejuicios heredados de la colonización. La diversidad de género no es una anomalía, sino una parte fundamental de la historia humana que debe ser reconocida y respetada.