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Portugal con P de Pride

En donde el amor no tiene que esconderse

SAN JUAN, Puerto Rico

Servicios Combinados

Desde sus playas de postal hasta sus calles empedradas llenas de azulejos, Portugal no solo deslumbra por su belleza: también se ha ganado un lugar privilegiado en el corazón de la comunidad LGBTQ+. Este pequeño gigante europeo combina historia, naturaleza, gastronomía y una apertura social que lo convierte en uno de los destinos más amigables del mundo para el turismo diverso.

Este pequeño gigante europeo combina historia, naturaleza, gastronomía y apertura social.

Un país sin prejuicios (ni hora de cierre)

Portugal legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2010, convirtiéndose en el octavo país en el mundo en hacerlo. Para 2019, el Eurobarómetro revelaba que el 80% de la población portuguesa creía que las personas lesbianas, gais y bisexuales debían tener los mismos derechos que las personas heterosexuales. En otras palabras: aquí, el amor no tiene que esconderse.

Esta mentalidad progresista también se refleja en sus leyes de identidad de género (no se requiere cirugía para el reconocimiento legal) y en políticas públicas que priorizan la salud mental y física sobre el castigo, como la despenalización del uso de drogas. Y si eso te parece admirable, espera a conocer las islas Azores: ese paraíso volcánico en medio del Atlántico que recibe a las personas LGBTQ+ con los brazos abiertos y ritmo de jazz.

Su mentalidad progresista también se refleja en sus leyes de identidad de género.

Lisboa y Oporto: dos capitales del orgullo

Lisboa, la luminosa capital, tiene su epicentro LGBTQ+ en la Rua da Barroca, aunque bares, discotecas y cafés queer se extienden por toda la ciudad. Su festival “Arraial Lisboa Pride” llena las calles de colores y música en junio, mientras que en septiembre la ciudad celebra el Queer Lisboa, uno de los festivales de cine alternativo más importantes de Europa.

Oporto, al norte, no se queda atrás. Con su aire bohemio, su famoso vino de oporto y su casco antiguo a orillas del río Duero, la ciudad acoge a la comunidad con calidez. Aquí el orgullo se celebra a inicios de julio, en un evento íntimo pero lleno de espíritu.

Ambas ciudades comparten una ventaja crucial: en Portugal no hay horarios obligatorios de cierre, y el consumo público de alcohol es legal. ¿Resultado? Las noches queer pueden alargarse tanto como el cuerpo y el corazón lo permitan.

Oporto no se queda atrás. Con su aire bohemio, su famoso vino de oporto y su casco antiguo a orillas del río Duero, la ciudad acoge a la comunidad con calidez.

Naturaleza, historia y vino: la triada mágica

Portugal es un país pequeño, pero cada región tiene su propio encanto. Desde las coloridas calles de Lisboa hasta los acantilados de Sagres, pasando por los viñedos del Duero o los paisajes oníricos de las Azores, cada kilómetro cuenta.

Si buscas playas que cortan el aliento, pon rumbo al Algarve. Benagil, con sus calas escondidas y formaciones rocosas, es ideal para relajarse, mientras que Ericeira y Sagres atraen a surfistas de todo el mundo. ¿Prefieres castillos de cuento? Sintra y su extravagante Palacio da Pena —pintado en rojo y amarillo brillante— te esperan. Y si lo tuyo es el vino, no puedes dejar de probar el “vinho verde”, un blanco joven, ácido y floral que marida perfecto con una tabla de quesos portugueses.

Portugal es una fiesta para los sentidos.

Comer es un acto de amor (y una aventura)

Portugal es una fiesta para los sentidos. Las “pasteis de nata” (esas tartaletas de huevo que parecen caídas del cielo), los bolinhos de bacalhau (croquetas de bacalao) y los pescados a la parrilla son solo el comienzo. Eso sí: si eres vegetariano o vegano, deberás planificar un poco más, ya que aquí el lema suele ser “cuanta más carne, mejor”. Pero con tantos mercados gourmet —como el Time Out Market en Lisboa—, siempre habrá opciones para todos los gustos.

Seguridad y respeto: dos sellos del destino

Las leyes portuguesas protegen firmemente a la comunidad LGBTQ+, y el respeto se siente tanto en las grandes ciudades como en los pueblos pequeños. Sin embargo, en zonas rurales y profundamente católicas, conviene mantener la sensibilidad cultural en mente. Más allá de eso, Portugal es un destino donde el amor —en todas sus formas— tiene un lugar seguro y celebrado.

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